domingo, 22 de julio de 2012

MIS DESCARGOS SOBRE LAS FARMACIAS


Desde mi llegada a los veintidiez, he padecido cosas como unos “¡aaaah!” en la espalda, “¡oughhh!” en los intestinos, gripes que me dejan hecho pelota, y un “clack” diario en la rodilla izquierda.

Caída del pelo, algunas canas, y la tendencia a hablar de enfermedades, son síntomas de que el tiempo ha pasado, y que estoy caminando por la frontera entre la juventud, y esa que no queremos nombrar… la vejez. Todo esto me ha llevado a visitar más seguido la farmacia, y a observar algunas cosas…


Normalmente tengo “oculo-titilancia”, es decir, que me salta un ojo, y no le doy mucha importancia. Pero ese día tenía “doble oculo-titilancia” o “binoculotitilancia”. Así que concurrí a la farmacia para hacer lo que uno debe hacer cuando tiene algún mal extraño: automedicarse.

Cuando entré, un “ding-dong” anunció la llegada del nuevo cliente. A mi derecha había una balanza, que ¡por solo dos pesos te daba tu peso exacto! Pero… ¿quién recoge las monedas de la balanza? ¿Estos dos pesos incluyen IVA? ¿Estoy pagando impuestos por esto? Porque a mi no me dieron ningún comprobante… ¡Acá hay evasión fiscal!

Todo a mi alrededor había un despliegue de artículos de higiene, pañales y otras cuestiones para bebes, cosméticos, y juguetes. Todas las farmacias venden juguetes, y la gente los va a comprar allí como si fuera algo lógico. ¿Cuál es la relación entre los medicamentos y los juguetes?

En el ambiente se respiraba el “olor a farmacia”. ¿Que es el olor de las farmacias? ¿Es el resultado de la gran concentración de medicamentos? ¿O es el olor a la enfermedad? ¿Es una nube de gérmenes y microbios, generada por la visita de todos los clientes anteriores, que te invade cuando entras, empeorando la condición que te llevo a este lugar? Millones de tosidas y estornudos han sucedido en este lugar a lo largo de años, y aquí estoy yo, listo para respirarlos todos juntos.


Al fondo de la habitación, el mostrador, que separa el área de los simples mortales, y el área donde están los empleados de la farmacia con las multicolores cajitas de medicamentos. De aquel lado, el engominado farmacéutico, con su pulcra túnica blanca, esperaba mi consulta.
¿Por qué viste una túnica? No es doctor, ¿o el farmacéutico hace un juramento hipocrático? Y tampoco prepara los medicamentos como se hacía antaño. ¿Pretende generar empatía, y que uno le cuente sus problemas? Yo sé que las viejas lo hacen, pero también le cuentan todo a uno si comete la tontería de sentarse junto a ellas en el ómnibus. Pues el farmacéutico no es más que un comerciante como cualquier otro. Que no se haga el salado porque tiene túnica. Yo no veo que en el kiosco de revistas usen túnica. El plancha que hace delivery también trabaja en la farmacia, y no le dan túnica.

Pedí lo que quería, pero me ofreció otra cosa “con la misma droga”. Crucé los dedos, y acepté. Entonces, el farmacéutico fue a otra habitación a buscar mi medicina. Mientras, descubrí una interminable variedad de folletos sobre el mostrador. Todos hablaban de las bondades de algún medicamento. ¿Cuál es la finalidad de estos folletos? ¿La gente se los lleva para leerlos? ¿Se supone que yo debo ver un folleto, sentir curiosidad, y preguntarle al empleado de la farmacia “che, esto es bueno”, como quien pregunta al verdulero si las naranjas están jugosas?



Ya de vuelta, el farmacéutico tecleó algunas cosas en su pc, levantó la mirada y me dijo: con el descuento, son $ Xxx. ¿Qué es esto de “con el descuento”? Siempre es “con el descuento” en la farmacia, por lo tanto, no existe tal descuento sino que lo que cobran es el precio real. ¡No me hagan publicidad engañosa!

¿Qué pasa con las bolsas chiquititas de las farmacias? Acabo de comprar un blister, y el farmacéutico tuvo que luchar para ponerlo dentro de la bolsita. ¿Era necesaria esta inútil bolsa minúscula? ¿Qué se supone que voy a hacer con esto? ¿Cuál es el sentido de esta bolsa? Este blister lo puedo guardar en el bolsillo. Además, la bolsa es muy explicita en el hecho de que proviene de una farmacia, y si la idea es ocultar el hecho de que estoy enfermo, fallan rotundamente.

Menos sentido tiene aun, si uno compra un frasco para análisis. Ahí tampoco logra ocultar nada. En ese caso es evidente. Estas llevando una bolsa con una cruz amarilla en un fondo azul, donde se nota claramente que hay un recipiente dentro. ¿Qué voy a estar llevando? ¿Un tarro de mermelada?

Volviendo para casa, vi lo que dice en la bolsa: “la farmacia de su barrio, agradece su confianza” ¿A que se refiere con “confianza”? ¿No me van a vender el mismo medicamento en cualquier farmacia? ¿Tengo que continuar en esta, porque en otra me pueden dar una porquería que no me cure, o que me haga mal?

De vuelta en casa, me encomendé a los dioses de la cajita amarilla y blanca, pastilla, vaso de agua, y a esperar que se me pase…

El_Hincha




4 comentarios:

Detaquito dijo...

Gracias Hincha, de verdad.

El mundo sería un peor lugar sin la imperial y los bizcochos

El_Hincha dijo...

Sin dudas seria potencialmente un peor lugar, porque en vez de tenerme haciendo esto, estaria empeorando el mundo con otra cosa mas grave.

f dijo...

un eselente anali en frasco esteri!

(puta madre sacá la palabrita!)

f dijo...

(con todo respeto, no?)

9 fyinyto
hangeres 98