Desde mi llegada a los veintidiez, he padecido cosas como
unos “¡aaaah!” en la espalda, “¡oughhh!” en los intestinos, gripes que me dejan
hecho pelota, y un “clack” diario en la rodilla izquierda.
Caída del pelo, algunas canas, y la tendencia a hablar de
enfermedades, son síntomas de que el tiempo ha pasado, y que estoy caminando
por la frontera entre la juventud, y esa que no queremos nombrar… la vejez. Todo esto me ha llevado a visitar más seguido la farmacia, y
a observar algunas cosas…
Normalmente tengo “oculo-titilancia”, es decir, que me salta
un ojo, y no le doy mucha importancia. Pero ese día tenía “doble
oculo-titilancia” o “binoculotitilancia”. Así que concurrí a la farmacia para
hacer lo que uno debe hacer cuando tiene algún mal extraño: automedicarse.
Cuando entré, un “ding-dong” anunció la llegada del nuevo
cliente. A mi derecha había una balanza, que ¡por solo dos pesos te daba tu
peso exacto! Pero… ¿quién recoge las monedas de la balanza? ¿Estos dos pesos
incluyen IVA? ¿Estoy pagando impuestos por esto? Porque a mi no me dieron
ningún comprobante… ¡Acá hay evasión fiscal!
Todo a mi alrededor había un despliegue de artículos de
higiene, pañales y otras cuestiones para bebes, cosméticos, y juguetes. Todas las
farmacias venden juguetes, y la gente los va a comprar allí como si fuera algo
lógico. ¿Cuál es la relación entre los medicamentos y los juguetes?
En el ambiente se respiraba el “olor a farmacia”. ¿Que es el
olor de las farmacias? ¿Es el resultado de la gran concentración de
medicamentos? ¿O es el olor a la enfermedad? ¿Es una nube de gérmenes y
microbios, generada por la visita de todos los clientes anteriores, que te
invade cuando entras, empeorando la condición que te llevo a este lugar?
Millones de tosidas y estornudos han sucedido en este lugar a lo largo de años,
y aquí estoy yo, listo para respirarlos todos juntos.
Al fondo de la habitación, el mostrador, que separa el área
de los simples mortales, y el área donde están los empleados de la farmacia con
las multicolores cajitas de medicamentos. De aquel lado, el engominado farmacéutico,
con su pulcra túnica blanca, esperaba mi consulta.
¿Por qué viste una túnica? No es doctor, ¿o el farmacéutico
hace un juramento hipocrático? Y tampoco prepara los medicamentos como se hacía
antaño. ¿Pretende generar empatía, y que uno le cuente sus problemas? Yo sé que
las viejas lo hacen, pero también le cuentan todo a uno si comete la tontería
de sentarse junto a ellas en el ómnibus. Pues el farmacéutico no es más que un
comerciante como cualquier otro. Que no se haga el salado porque tiene túnica. Yo
no veo que en el kiosco de revistas usen túnica. El plancha que hace delivery
también trabaja en la farmacia, y no le dan túnica.
Pedí lo que quería, pero me ofreció otra cosa “con la misma
droga”. Crucé los dedos, y acepté. Entonces, el farmacéutico fue a otra habitación
a buscar mi medicina. Mientras, descubrí una interminable variedad de folletos
sobre el mostrador. Todos hablaban de las bondades de algún medicamento. ¿Cuál
es la finalidad de estos folletos? ¿La gente se los lleva para leerlos? ¿Se
supone que yo debo ver un folleto, sentir curiosidad, y preguntarle al empleado
de la farmacia “che, esto es bueno”, como quien pregunta al verdulero si las
naranjas están jugosas?
Ya de vuelta, el farmacéutico tecleó algunas cosas en su pc,
levantó la mirada y me dijo: con el descuento, son $ Xxx. ¿Qué es esto de “con
el descuento”? Siempre es “con el descuento” en la farmacia, por lo tanto, no
existe tal descuento sino que lo que cobran es el precio real. ¡No me hagan
publicidad engañosa!
¿Qué pasa con las bolsas chiquititas de las farmacias? Acabo
de comprar un blister, y el farmacéutico tuvo que luchar para ponerlo dentro de
la bolsita. ¿Era necesaria esta inútil bolsa minúscula? ¿Qué se supone que voy
a hacer con esto? ¿Cuál es el sentido de esta bolsa? Este blister lo puedo
guardar en el bolsillo. Además, la bolsa es muy explicita en el hecho de que
proviene de una farmacia, y si la idea es ocultar el hecho de que estoy
enfermo, fallan rotundamente.
Menos sentido tiene aun, si uno compra un frasco para
análisis. Ahí tampoco logra ocultar nada. En ese caso es evidente. Estas
llevando una bolsa con una cruz amarilla en un fondo azul, donde se nota
claramente que hay un recipiente dentro. ¿Qué voy a estar llevando? ¿Un tarro
de mermelada?
Volviendo para casa, vi lo que dice en la bolsa: “la
farmacia de su barrio, agradece su confianza” ¿A que se refiere con
“confianza”? ¿No me van a vender el mismo medicamento en cualquier farmacia?
¿Tengo que continuar en esta, porque en otra me pueden dar una porquería que no
me cure, o que me haga mal?
De vuelta en casa, me encomendé a los dioses de la cajita
amarilla y blanca, pastilla, vaso de agua, y a esperar que se me pase…
El_Hincha
4 comentarios:
Gracias Hincha, de verdad.
El mundo sería un peor lugar sin la imperial y los bizcochos
Sin dudas seria potencialmente un peor lugar, porque en vez de tenerme haciendo esto, estaria empeorando el mundo con otra cosa mas grave.
un eselente anali en frasco esteri!
(puta madre sacá la palabrita!)
(con todo respeto, no?)
9 fyinyto
hangeres 98
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