domingo, 16 de agosto de 2009

LA MOSCA Y LA SOPA






Esta lindo para tomarse una sopa


Una noche de mucho frío me encontraba dando unas vueltas por el shopping. No es una actitud muy propia de mí (lo de dar vueltas), pero así era. De repente junto a la escalera vi un stand de Knorr, y allí estaba ella.


De estatura media, con una lacia y negra cabellera que se depositaba gentilmente sobre sus hombros, cumplía con su función de promocionar la sopa de la antes mencionada marca. Su cuerpo no era de abundantes proporciones, pero era un despliegue de belleza en cada uno de sus delicados movimientos. En su piel se apreciaba una suavidad que ni la más fina seda de la antigua China hubiese podido igualar. Y sus ojos eran dos hermosos zafiros que hipnotizaban como con luz propia. Se apreciaba claramente que Dios estuvo inspirado cuando tomó su cincel de la creación para darle forma y vida a ella: el más magnifico de los seres. Siento pena por quienes no tengan la posibilidad de maravillarse con su presencia.


Delante de mí había una pareja de ancianos que pronto se retiraron, y en ese momento quedamos frente a frente. El tiempo se detuvo. El resto del mundo se desvaneció. No podía ver nada más allá de su rostro. El murmullo de la gente a mi alrededor, se transformó en “La Primavera” de Vivaldi. La magia de su ser, irradiaba un magnetismo que invitaba a amarla. Entonces le dije lo primero que me vino a la mente: “Que frío, ¿no? ¡Está lindo para tomarse una sopa!”


De súbito tomó una de las sopas que ya tenía preparadas y me la volcó encima, al grito de “¡rajá de acá, guarango!


Revelaciones







Si bien no me había quemado (la sopa, su actitud me quemó bastante), me dejó bien sucio (la ropa y el orgullo). ¿Qué fue lo que pasó? La mía fue una sincera expresión de deseo sopero, y no una frase de doble sentido. ¿Qué pudo haber interpretado ella?

Cabizbajo y meditabundo (es increíble como la cabizbajes va siempre acompañada de la meditabundes. ¿Se puede hacer una sin la otra?), me fui para mi casa. De camino se me cruzó un pensamiento: “A Mafalda no le hubiese pasado esto”. No por el hecho de que es mujer, sino por su repulsión a la sopa. Es que a la mayoría, en nuestra infancia no nos gustaba la sopa. Y así tuve una revelación: tampoco me gustaba la sopa cuando era niño. ¿Cómo pudo cambiar eso? Algo tuvo que pasar…








No lo digo yo, lo dicen los números


Estadísticamente al 80% de los niños no les gusta la sopa. Al crecer ocurren varios cambios en el cuerpo y la psique de las personas, por lo que a un 20% de los niños les gustará la sopa al madurar. Claro que también debería suceder lo contrario con un porcentaje similar, por lo que el gusto por la sopa en la adultez debería ser igual al de la niñez. Pero supongamos que esto último no ocurre, entonces tendríamos por lo menos un 60% de la población humana que no siente gusto por la sopa. Evidentemente la realidad es otra.

Cualquier persona con estudios en psicología (que no es mi caso) les va a poder explicar que la niñez es la etapa más pura de la mente, dado por el hecho lógico de que el contacto con otras personas (que provoquen influencia en su juicio) ha sido menor a lo largo de su vida, en comparación con un adulto. Es decir que el miedo, la alegría, la tristeza, el enojo, el afecto, y el gusto por las cosas, se manifiestan lo más parecido a lo que la naturaleza ha dictado para el ser humano.

La conclusión que podemos sacar, es que por naturaleza al hombre no le gusta la sopa. No lo digo yo, lo dicen los números. Y como segunda conclusión tenemos que algo tiene que suceder para que no sea así. La respuesta se deslizó en el párrafo anterior: algo provocó influencia en nuestro juicio.



Knorr, ese plan macabro







No es solo Knorr, pero ellos fueron los pioneros, y hoy son los más grandes del rubro. ¿A que me refiero? Al plan que vienen desarrollando para que cambiemos nuestra naturaleza y consumamos sus productos. Y si no me creen, entren a google. Arriba hay varios links. Entren al que dice “Traductor”. En la nueva página simplemente escriban “Knorr” y verán: “Knorr” significa “torcedura” en sueco, lo que claramente habla de torcer nuestra voluntad, e imponernos la sopa.

Las empresas soperas han utilizado diferentes mecanismos para nuestro convencimiento. Primero que nada, nos cambian la imagen que tenemos de la sopa. Ahora la sopa es “cool” porque se toma en taza y no en plato. También le introducen palabras como “quick” y “light”. ¿Cómo puede una sopa ser “light”?

Nos muestran niños felices que piden sopa a sus madres para ser más felices aun, rinocerontes y jirafas que toman sopa, modelos que toman sopa como si fuera la panacea del relax, gente que se manda mensajes de texto con sopa de letras mientras suena la música de Jorge Drexler, y otros ridículos que bailan y cantan “sopa, sopa, sopa”.






La mosca y la sopa


¡Ya basta! Hoy mismo dejo la sopa para siempre, y exhortamos a cada uno a que se cuestione: ¿realmente me gusta la sopa?

Knorr, voy a ser la mosca en tu sopa, esa inmundicia que no te deja comer.

Te vigilare de cerca. Ha comenzado una guerra, y no fui yo quien dio el primer golpe…


El_Hincha


¿Te unís a esta cruzada? ¿Y entonces por que no dejas un comentario?


2 comentarios:

( ( B o c h o ) ) dijo...

Todo mal con la promotora! De todas formas y pese a todas tus fundamentos antisoperos seguiré tomando sopita, pero hecha x mi, claro!

Un abrazo, buenaso el blog!

El_Hincha dijo...

Bueno... la hecha por uno mismo... supongo que esta bien...