jueves, 21 de abril de 2011

MIS DESCARGOS SOBRE EL OMNIBUS

Ómnibus, guagua, bondi, micro, bus, etc.


¡Ah, el ómnibus! Ese caldo... Ese cubito Knorr de humanidad que concentra todo lo bueno de nuestra sociedad, como cuando generosamente cedemos el asiento a una señora de la tercera edad, y también todo lo malo, como cuando esta señora de la tercera edad resulta ser una vieja de mierda, que lo mismo te hace el golpe de los 5 puntos de “Kill Bill” para agarrar asiento. ¡Que molesto es depender de tu voluntad para poder trasladarme, y vivir todos tus sin sabores!


Ventana al amor

¿Alguna vez, una mujer les pidió que le abrieran la ventanilla? Tarde o temprano eso nos pasa a todos. Pues toma mi consejo mi amigo: escapa de la situación. Si ves una mujer forcejeando con una ventanilla que no se abre, ¡huye! Alega demencia, tendinitis, “yo no hablar español”, o lo que sea. Si he de suponer que las mujeres traen de antaño una conducta instintiva de selección de pareja para propagar la especie, es esta. La damisela esta en peligro, en lo alto de la torre, acosada por un terrible dragón, y tu mi amigo, probablemente puedas cargar un Fiat 600 en tus hombros por 100 metros, pero ese día, a esa hora, en ese lugar, no vas a poder abrir la ventanilla. Y fracasaras terriblemente ante ese dragón de vidrio rectangular, y frente a la mirada de todo el pasaje. “Dejá, no importa”, te dice ella. Pero tu orgullo estará hecho pedazos.


De puntualidad…

Se dice que una de las principales idiosincrasias del uruguayo es llegar tarde. Tanto es parte de nuestra identidad, que incluso los espectáculos que necesitan cumplir un horario, especifican en sus anuncios que la hora de comienzo es puntual. Me imagino a un extranjero intentando descifrar el por qué de esa innecesaria aclaración.

En resumen, si la puntualidad es inglesa, la impuntualidad es uruguaya. Y eso se debe a los ómnibus.

¿Cuándo llega el ómnibus? La respuesta es tarde. Siempre llega tarde, y lo sabemos. Incluso cuando aparentemente sucede lo contrario, ¿qué es lo que decimos?: “Por suerte pasó justo en ese momento, y lo tomé”. Entonces, ¿tuvimos “suerte” de que no pasara tarde? Claro que no. Es un ómnibus anterior, atrasado, y que coincidió con nuestra necesidad.

¿Saben por que llega tarde el ómnibus? La respuesta es muy sencilla: llega tarde, porque salen tarde de las terminales, porque el personal de la compañía de ómnibus llega tarde, porque toman ómnibus para ir a trabajar. Y el ciclo se repite una y otra vez.
Cuenta la leyenda, que cada siglo, cuando la luna se encuentra en la octava casa de acuario, pasa el 104. Entonces el atraso es tal que coincide con la puntualidad, y el ciclo vuelve a comenzar. Solo faltan 82 años.


 ¿Vieron lo que sucede en las paradas de ómnibus muy concurridas? Llega el ómnibus, todo el mundo se agolpa para subir, y el chofer nos apura “vamos, arriba, vamos vamos, pasando por favor”. ¿Y por que el apuro? Porque vienen llegando tarde, pues claro…
¿Pero como es que nos apura? ¿Acaso no se da cuenta de que lo que va enlenteciendo la fila es su compañero, el guarda? El guarda no puede vender los boletos más rápido de lo que los expende la maquina, por lo tanto, no importa la insistencia del chofer. La fila no se va a mover, a menos que no paguemos el pasaje. ¿No le dice esto el guarda al chofer? ¿No se hablan? ¿Están peleados? Debe ser por eso del cartel de “no salivar, no hablar con el conductor”...supongo.


…y de otras yerbas.

¿Es necesario un cartel que nos prohíba salivar en el ómnibus? En serio, ¿somos una sociedad tan enferma que andaríamos escupiendo en el ómnibus si no fuera por la especifica prohibición?

También hay carteles que alertan sobre el peligro del mate, aunque nadie hace caso a esos. Hay gente que lleva a cabo verdaderos pic nics en el ómnibus. Comen, beben, dejan restos de comida, papeles, y botellas… ¿pero que le pasa a esa gente? ¿No les da asco? ¡Hay gente que escupe en los ómnibus… de lo contrario no habría un cartel!




Pero volviendo al tema del mate. El otro día me sentí realmente en peligro. Ómnibus lleno, yo en el asiento del pasillo, y de pie junto a mí, un bebedor compulsivo de mate. Ininmutable al constante vaivén del ómnibus, se servia sucesivamente agua caliente, muy cerca de mi cabeza. La yerba que ya me había tirado encima no me preocupaba, en comparación a la inminente quemadura de segundo grado…


Las monedas

Es una verdad universal: la cantidad de monedas que vas a recibir de cambio tiende a ser la mayor posible, y es directamente proporcional a la diferencia entre el valor del boleto y el billete con el que pagaste. Y es exponencial si ese día esta lloviendo y tenes una mano ocupada con el paraguas.

De hecho, las monedas de $0.50 salieron de circulación el día que se agotaron, cuando una joven pagó con un billete de dos mil en una tarde de lluvia.




Guarda con el inspector

La atención al público, en cualquier trabajo, siempre es complicada. Pero el inspector tiene una relación muy extraña con la gente. El tipo llega, y el único dialogo que tiene con la gente es “boleto, boleto, boleto”, mientras junta cientos de esquinas de boletos en una mano. ¿Cuántas veces por día repite la palabra boleto ese pobre hombre? Y todavía cuando alguien le habla es para quejarse.

El inspector es una persona odiada. Eso es por la insana costumbre de golpear una moneda en la ventana del ómnibus, para mover a los pasajeros al fondo del mismo, como si fuéramos ganado. ¿Por qué obedecemos a eso? ¿Le tenemos miedo al inspector? ¡Pues no!, es el inspector el que nos tiene miedo a nosotros, sino golpearía con la moneda desde el lado de adentro del ómnibus. ¡Revolución compañeros!

Tal vez no miedo, pero ciertamente nos inquieta un poco. El inspector se sube al ómnibus, y comienza el nerviosismo. Todo el mundo inquieto buscando el boleto. Metes la mano en el bolsillo y sacas cinco boletos distintos… “¿Cuál es? ¿Cuál es?”… Y se los mostras todos con aire de suplica, como esperando no ser castigado.
Yo pregunto: ¿Por qué?... ¿Alguna vez te bajaron del ómnibus por no tener el boleto? ¿Alguna vez viste a alguien ser bajado del ómnibus por no tener el boleto? Acá donde nos conocemos todos (como dice la publicidad de Nix), ¿sabes de alguien que conozca a alguien que alguna vez lo hayan bajado del ómnibus por no tener el boleto? Aun más, ¿el inspector tiene la potestad para bajarte del ómnibus, o es un mito?

¿Por que mejor no inspecciona cosas como la que se muestra en el siguiente video?
 

 
Mil cosas más se pueden decir de ti, ómnibus de Montevideo, pero solo una voy a agregar: ¡gracias por fomentar el ciclismo!

El Hincha






3 comentarios:

Detaquito dijo...

HINCHA, sepalo, usted ya es un procer!

Y eso que le han quedado afuera varias calamidades del STM...

El_Hincha dijo...

Procer... bueno, pero espero no terminar mis dias en Paraguay (sin ofender a los paraguayos)

Calamidades... si, cientos... Voy a inflar mi bicicleta

Macarena dijo...

Sublime corte axial de un especímen que nos pinta de cuerpo entero: el transporte colectivo.

¿Y qué me decís de los taxis?

¿Alguna vez intentaste tomar un taxi a las 16 horas?

Resulta que es hora de cambio de turno... pero caramba! los botijas salen a las 17 hs de los colegios!!! Qué contrariedad!!!

Saludillos.