domingo, 21 de diciembre de 2008

ESPECIAL DE NAVIDAD

Tan solo otro 8 de Diciembre





Emiliano había visto el árbol de Navidad en el shopping, y desde hace varios días que “se puso pesado”. Quería armar el árbol a toda costa, y Emilio no lograba hacerle entender que había que esperar hasta el ocho, especialmente porque no tenía argumento para convencerlo. ¿Por qué el ocho? El ocho es el día de la virgen, ¿pero que tiene que ver? No creo que hubiese pinos nevados y con chirimbolos en Belén hace 2008 años…

Esos pensamientos pasaban por la mente de Emilio, así como las guirnaldas iban pasando alrededor del árbol de navidad. Ahora venían los chirimbolos, y Emiliano ya había roto algunos. “Ya hace rato que los viene rompiendo”, pensó Emilio, mientras esbozaba una sonrisa y veía como su hijo revolvía sin cuidado la caja de los adornos del árbol.


"Que ponele este chirimbolo, que ponele esto otro, que cuanto falta para navidad, que voy a pedir esto u esto otro, que por que no hay nieve como en la televisión, etc". Sin dudas, Emiliano estaba rompiendo los chirimbolos. Hacia más de una hora que estaba con esto. “¿Tanta dificultad tienen los niños de 4 años para mantener silencio?”, pensó Emilio.


Al principio todo comenzó con el alegre momento familiar de cumplir las fantasías a un niño, pero a esta altura ya estaba cansado.

Uno a uno los chirimbolos fueron ocupando su lugar en el árbol. Abajo los más grandes y cada vez más chicos en la medida que se subía hacia la copa. -Una obra de arte -comentó Emilio mientras tomaba distancia para ver mejor-, pero le faltan más azules. Por un momento se sintió animado, como si volviera a una segunda infancia, y corrió alegre hacia la caja de adornos. Al llegar se encontró con dos realidades. La primera era que de los azules solo quedaban unos pedazos, por lo que el árbol no tendrá la armonía necesaria. Y la segunda es que Emiliano ya se había aburrido y se había ido a jugar.

– ¡Deja que yo hago todo! –gritó enojado Emilio, aunque sabia que era mejor así, por la salud de los chirimbolos, y por su salud mental.


Solo faltaban las luces, que Emilio inteligentemente no había dejado al alcance de Emiliano. Pudo haber sido un desastre, y por eso dejó la caja en el galpón.

Yendo hacia el galpón Emilio pasó por la cocina. Allí estaban Emily, y el abuelo Emil que tenia la televisión a todo volumen. “Pobre el viejo”, pensó Emilio, “cada vez esta más sordo, y desde hace un tiempo que no entiende nada”.

-¿Te falta mucho con eso? –le preguntó Emily alzando la voz.

-No, ya casi termino –respondió Emilio.


Pero la verdad era otra, solo que Emilio no lo sabia. Cuando abrió la caja de las luces descubrió que las guías de luces estaban todas entreveradas, convertidas en un nudo gigante.

Media hora mas tarde Emilio terminó de desenredar la madeja. Colocó las luces y se dispuso a enchufarlas. Todo parecía haber llegado al final, pero el único final fue el de la vida útil de las luces. No prendió ni una sola.

-Termina con eso de una vez, y veni a comer –le gritó Emily desde la cocina. Pero Emilio pretendió no oírla y se puso en camino al super 24hs.


Recordó a todas las madres del mundo, y puso en duda su reputación por ejercer la profesión más vieja del mundo. -¡¿Cómo puede ser que estuviesen todas quemadas?! –pensó Emilio- , ¡puedo jurar que el año pasado las guarde ordenadas, y que todas funcionaban!


Y el super fue la solución. Allí le vendieron lo mejor de la mano de obra pseudo-obrera (o pseudo-esclava) china: una guía de luces musical de 5 metros de largo. La musiquita era perturbadora, pero era lo que había, y terminar de armar el árbol ya era un desafío.


Las luces colocadas prendían y apagaban en una perfecta sincronía, la musiquita de villancicos sonando, los chirimbolos, las guirnaldas, la estrella en la copa del árbol… solo faltaba que estuviera nevando para que fuera perfecto. Emilio llamó a la familia con aire triunfal.

Primero llegó Emiliano, quien se paró a la derecha de su padre.

-¿Y? –le dijo Emilio.

-Esta bien, pero el árbol de Mateo es más grande –respondió Emiliano.

Luego entro Emily a la habitación. Se detuvo a la izquierda de Emilio y le dijo: “al fin terminaste”.

Y allí hubo un instante en que los tres guardaron silencio contemplando el árbol. En ese momento ingresó el abuelo Emil con su lento caminar. Se tropieza con el cable de las luces, y tira el árbol de navidad al suelo, ante la mirada atónita de los otros miembros de la familia.

-El año que viene nos hacemos budistas, vegetarianos, comunistas, ¡lo que sea!, ...pero árbol… ¡ya no mas! –dijo enfadado Emilio.

-El año pasado dijiste lo mismo –replicó Emily.

El_Hincha

FELICES FIESTAS PARA TODOS!!!

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